sábado, 12 de abril de 2014

LLANES, LA GUERRA CIVIL Y EL CAMPO DE AVIACIÓN




He aquí el extracto de un reportaje publicado en el semanario "El Oriente de Asturias" el 5 de septiembre de 1997.



AQUELLOS ALEMANES DE PASO




Higinio del Río Pérez

En 1937 no iba a haber fiestas de la Guía. El 5 de septiembre, juntamente con las Brigadas de Navarra y los moros, entraba en Llanes un centenar de soldados de la Luftwaffe de Goering, entre pilotos, mecánicos y encargados del parque de material. Estos alemanes representaban una pequeña parte de la “Legión Cóndor” que había venido en ayuda de Franco, y se quedaron en la villa durante casi dos meses. (... / ...)

Nada más llegar, los de la esvástica se alojaron en algunas de las mejores mansiones de la villa. (... / ...)

En “Villa Vicenta” vivió temporalmente el teniente primero Adolf Galland (1912-1996), jefe de la 3ª Escuadrilla de He-51, que luego sería el piloto más famoso de la Segunda Guerra Mundial y alcanzaría el grado de general a los 30 años de edad. (... / ...)

Galland no apeaba un puro de la boca, y en el fuselaje de su aparato llevaba dibujado a “Mickey Mouse”. Al llegar a España, poco después del bombardeo de Guernica, según cuenta su biógrafo, David Baker, notó que la moral de los miembros de la L.C. estaba algo “tocada” y que entre ellos evitaban comentar la inhumana acción sobre la localidad vasca. En Asturias, Galland puso en práctica por primera vez el sistema de ataque llamado de “alfombra”.

Una de las misiones de los aviadores alemanes en Llanes fue, con su sistemático hostigamiento a las líneas de resistencia gubernamentales, apoyar al general Solchaga e intentar abrir el paso a las fuerzas de Aranda por los valles situados entre Oviedo y el Puerto de Pajares. Salían al atardecer, volaban a poca altura sobre la mar, doblaban luego hacia la costa, elevándose a 900 metros, para atacar columnas, nudos de carreteras, vías del ferrocarril y transportes de tropa e intendencia, 65 ó 90 kilómetros dentro del territorio enemigo. (... / ...) 

Enviaban a Berlín detallados informes sobre sus experiencias. “A una señal dada –cuenta Galland en su libro de memorias “Los primeros y los últimos”- lanzábamos las bombas a un mismo tiempo, y aquellos regueros producían efectos concentrados. Denominábamos a aquello ‘bombardeo en alfombra’ (...). También inventaron mis mecánicos una especie de bomba Napalm rudimentaria”. En los momentos de descanso, se dejaban ver por las calles de la villa. Los mejor atendidos domésticamente puede que fueran los que estaban en la casa de Felipe Ruenes, donde trabajaba de sirvienta Luz Ardines, una cocinera de primera, limpia como el jaspe, que quiso seguir allí, para cuidar la casa, hasta que regresaran a la villa sus señores. En la tienda de comestibles “La Guía”, de Emilio Gracia Cotera, que estaba justamente en la planta baja que hoy ocupan la redacción y talleres de “El Oriente de Asturias”, los de la Luftwaffe paraban a picar algo (por lo general, pedían que se les abriese una lata de bonito en aceite, que comían con pan allí mismo, acompañándolo con vino tinto de barrica); y también en el bar de “Debaju los arcos”. Les quedaba tiempo para tontear con las señoritas llaniscas, y de vez en cuando se veía alguna pareja en el reservado de la confitería de Filomena Peláez, viuda de Parás (donde está la tienda de ropas “May”), junto a la Perfumería “Gamú”, de “palique-tía-Juana” y tomando unas copas de moscatel con media docena de pasteles.


Galland, en la época en la que 
estuvo en Llanes.
Villa Vicenta 
(palacio del "Coju la Guía").


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