lunes, 26 de mayo de 2014

LLANES: LLANISCOS EN LA BARCELONA DE 1937

María Luisa García, junto a su padre, Cándido, hacia 1925.
(Archivo de Higinio del Río)

OPINIÓN                                                               

Barcelona, 1937


En la Guerra Civil, Cataluña acogió a numerosos republicanos llaniscos 


HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

El libro titulado “Ni cautivos ni desarmados. Asturianos refugiados en Cataluña (1937-1939)”, de Etelvino González, toca un tema todavía poco investigado. Habla el autor de la suerte que corrieron 50.000 paisanos nuestros (mujeres y críos, la mitad) que, tras el hundimiento del Frente Norte, se establecieron temporalmente en la región catalana, y nos parece que su ensayo histórico está llamado a provocar un efecto evocador y multiplicador entre los investigadores de la guerra civil. La obra es un estimulante desafío para intentar seguir el rastro inédito de aquellos miles de refugiados.

Los llaniscos sabemos muy bien que en aquel escenario de derrota (aunque la obra citada no se extienda en estos detalles) compartieron refugio significados republicanos de Llanes. Tras la embarullada salida desde el Musel, en octubre de 1937, y después de conseguir alcanzar la costa francesa, un indeterminado número de hombres y mujeres cruzó la cordillera pirenaica y dio con sus huesos y su desventura en Barcelona. Permanecerían allí quince meses. Los afiliados al PSOE se integrarían en la Agrupación de Socialistas Asturianos (ASA), formada en la sede del Centro Asturiano. La agitada Ciudad Condal sería el refugio de gentes como el arquitecto municipal Joaquín Ortiz, cofundador de la Agrupación Socialista llanisca en 1932; el ebanista Simón Valderrábano, concejal por UGT tras la victoria del Frente Popular y artífice, en 1936, del extraordinario hangar que proyectó Ortiz para el aeródromo de Cue (en Barcelona sería el encargado de un economato en Las Ramblas); el ferroviario Pepe Sáiz Muñiz (alcalde de Llanes en plena contienda y luego secretario-ayudante del consejero de Guerra del Consejo Interprovincial de Asturias y León); la maestra piloñesa Veneranda G. Manzano, el pintor-decorador manchego Cándido Ruiz de las Casas (antiguo presidente de la Sociedad de Socorros Mutuos “El Porvenir”), Milagros Junco (“la Melliza”, hermana de Cruz, que en los años 60 y 70 regentó un despacho de lotería frente al antiguo convento de la Encarnación) o Estanislao Herrero Melijosa, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas que, años después, acabaría consagrándose como uno de los pescadores más importantes de Llanes.
En Barcelona -ya se sabe que el mundo es un pañuelo- vivía desde hacía siete años María Luisa García (1903-1998), hija del fotógrafo Cándido García y única mujer que había ejercido en Asturias profesionalmente la fotografía en los años 20. Casada con Emilio Ferrer, un viajante catalán, su piso de la calle Roselló se convirtió en punto de encuentro y acogida para no pocos refugiados llaniscos. En un reportaje publicado en LA NUEVA ESPAÑA el 11 de mayo de 1997, dentro de la serie “Las memorias del siglo”, María Luisa le contó a Eduardo García que en su casa residió durante un tiempo Joaquín Ortiz. De labios de Maruja Martínez Morán (toda una protagonista de la historia, hermana de concejales del Frente Popular y directora del hotel “Victoria”, el enclave llanisco más glamuroso durante los años 30) oímos el relato de un recuerdo fragmentado: a través de senderos abiertos entre la nieve, treinta o cuarenta llaniscos cruzaban el Pirineo a pie. Corría el mes de febrero de 1939. Allí estaban, en medio de un torrente de sombras sin voz, el arquitecto Ortiz, el abogado Dionisio Madiedo, el director del Instituto de Segunda Enseñanza, Manuel Vázquez Garriga, Maruja Martínez Morán, con varios de sus familiares, y una dama de 82 años, Conchita Gavito Noriega (de “los de la Tahona”), que fue madre dolorosa y ejemplar de una de las familias más represaliadas por los franquistas.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el viernes 20 de febrero de 2009). 

El arquitecto Joaquín Ortiz. Foto hecha en Barcelona, en octubre de 1937, para la ficha de la Asociación de Socialistas Asturianos.
(Archivo de H. del Río)





viernes, 23 de mayo de 2014

LLANES: MUJERES SIN RETRATAR

La tía Ángela (de la familia
de los Camará),
partera de Llanes,
en una foto de
principios del siglo XX.

Hace unos años acudió a la Casa de Cultura de Llanes una señora para participar como ponente en uno de los actos del Día Internacional de la Mujer. Al principio, parecía que todo iba sobre ruedas. A ella -que tenía una bien ganada fama de activa feminista- se la veía encantada. Entró como una malva en el salón de actos, como flotando, con una sonrisa beatífica. De pronto, empezó a cambiar de color y a incendiársele la mirada...

jueves, 22 de mayo de 2014

LLANES: JAVIER GONZÁLEZ TAMÉS, TESTIGO Y VOZ DE LA PEQUEÑA HISTORIA


Javier González Tamés.
(Foto: H. del Río)
Simpático y carismático, Javier González Tamés (Celorio, 1948) es memoria viva de la pequeña historia del Llanes del siglo XX. Su testimonio da para muchos artículos costumbristas como los dos que siguen, "Unu mata y el otru espeleya" y "Como el quesu, nada", basados en cosas que él nos contó:


Javier González Tamés (izquierda)
junto a Ramón Pérez Batalla
en el popular bar Uría.
Dos fuentes de información
de primer orden en Llanes.
Torre de la iglesia de San Salvador,
en Celorio.



sábado, 17 de mayo de 2014

EL LLANES DE POSADA HERRERA DESDE EL PASEO DE SAN PEDRO (1883)

Dibujo hecho en 1883 por Lorenzo Vicente Criado, maestro de Salamanca desterrado en Llanes. (Archivo de H. del Río). 

OPINIÓN            

                                                   

Loa del cuco desde el Llanes de Posada Herrera


La huella de un maestro salmantino desterrado en la villa llanisca en 1885 



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

El maestro Lorenzo Vicente Criado formaba parte en 1883 del claustro del Colegio de la Encarnación de Llanes, un centro que llevaba funcionando una década y que contaba entre sus profesores con el notable músico y compositor Félix Segura Ricci. El 4 de abril de ese año Lorenzo fue padre de un hijo, que vio la luz en las manos de la partera “la Toriella”. El crío, al que pusieron el nombre de Emilio, fue apadrinado por Miguel Mantilla Hoyos, director del colegio, y la esposa de éste, Emilia Marín. Aquel Llanes tenía el pulso de una pequeña ciudad de provincias. El año anterior había pasado una temporada en Vidiago el poeta Zorrilla; José Posada Herrera, con el que se cruzaba Lorenzo alguna vez en las proximidades del Sablón, asumiría en breve la presidencia del Consejo de Ministros en el último horizonte de su currículo político, y estaban a punto de inaugurarse el Hospital y Asilo “Faustino Sobrino” y un teatro, a instancias de la Sociedad Casino de Llanes, con capacidad para 300 espectadores.

Cada día, Lorenzo Vicente Criado ascendía al Paseo de San Pedro para admirar el soberbio paisaje que se divisa desde allí. Pretendía interiorizar todo lo que veía. Lo quería dibujar todo con la calma oriental de la plumilla. La fotocopia de uno de sus dibujos nos ha llegado casualmente estos días. Con una intención descriptiva que vale más que mil palabras, aparecen numeradas las referencias que se presentaban a los ojos del profesor: la iglesia parroquial; la casa de los Posada; el palacio del Conde de la Vega del Sella, con el tejado a cuatro aguas coronando todavía cada una de las dos alturas laterales; los lienzos de muralla medieval; la torre de la época del rey de León Alfonso IX; la cárcel y Casa Consistorial, levantada 20 años atrás, durante la época de Posada Herrera como ministro de la Gobernación; el palacio de El Cercado, representado con mucho detalle; la capilla de Santa Ana; el inmueble de Fallo, sobre el que rompían las olas igual que ahora; la playa; la casa que habrían de habitar los inolvidables Teto y Domingo, que aún se conserva junto al actual Hotel Sablón; y el cementerio de Estacones. En el dibujo queda constancia de otras presencias explícitas de aquel paisaje urbano de finales del siglo XIX, como la casa de Valdés, el bosque en miniatura del gremio de mareantes, camino del Fuerte, y la capilla del Cristo en la lontananza, junto a la que había pasado él al llegar a Llanes por el camino real. Fuera del encuadre, sabemos que estaba funcionando el faro de la villa desde 1860.

Lorenzo Vicente Criado, salmantino, se sentía cómodo en aquel universo (posiblemente era incluso feliz), mas el infortunio no tardaría de aparecer en su vida. Su hijo murió al mes justo de nacer, y aquella desgracia cargó en su pluma acentos enrabietados, con los que rubricó un valiente escrito de denuncia al que llevaba dando vueltas desde hacía tiempo. Era una composición poética en tono de sátira contra el caciquismo imperante en su localidad natal, Mogarraz, en la comarca de la Sierra de Francia. La tituló “Loa del cuco” y se publicó en el periódico El Progreso de Salamanca el 20 de septiembre de 1885. Los versos explicaban el drama de un alarmante deterioro social y moral, de violencia, corrupción, impunidad y tropelías: “¡Pobre pueblo! ¡Pobres moradores! Sin amparo, sin leyes que os protejan, viendo que con abusos y atropellos os ponen un dogal de hierro al cuello. (…/…). Ya es hora de que despiertes. Sacude tu somnolencia (…/…)”, decía, acusando abiertamente de complicidad e interesada inoperancia al Ayuntamiento mogarreño.

Como consecuencia de aquel escrito, Lorenzo fue desterrado en 1885 (año en el que fallecería Posada Herrera). Cumplió el castigo en el paraíso llanisco, y la incendiaria loa del cuco quedó de este modo unida para siempre al sosiego del Paseo de San Pedro, desde cuya grandeza los caciques del mundo se ven insignificantes y efímeros.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 17 de mayo de 2014).

 



lunes, 5 de mayo de 2014

LLANES: LA ESCUELINA DE FILO


¡Qué orgullo siente uno de haber formado parte de la escuelina de Filo! Éramos docena y media de críos y crías. Corrían los años 60. Toñín el de Tisto, los hijos de Mino y Beatriz, los de Pilar la de la Pilarica, Titi... Ya no están Tedito ni Gerardito.
El sistema educativo de aquellos años no se entendería sin el complemento de banquetas bajas y vidas escritas en pizarrín de las escuelas paralelas como la de Filo.
Filomena Carolina García Gutiérrez, hija de Remigio García Trespalacios y de Carolina Gutiérrez Sánchez, regentó en la calle Mayor una especie de academia de párvulos. Colaboraba con ella su hermana Carmen. Era el Llanes minimalista y auténtico en el que crecimos. Fue un privilegio vivir y disfrutar de aquel paraíso.

domingo, 4 de mayo de 2014

LLANES, UN PULPÍN DE NADA




Pedro el Sordu con su familia.
Carmen Pérez Bernot aparece de
pie, segunda por la izquierda. A su
derecha, su marido, Mariano
Rodríguez. Pedro el Sordu, con
boina, y su esposa, Aurora Bernot,
aparecen a la derecha de la imagen.
(Fiestas de la Guía, hacia 1946).



He aquí un artículo que habla de la relación entre Llanes y Palencia a través de Carmen Pérez Bernot, hija de Pedro "el Sordu":

Artículo "UN PULPÍN DE NADA"