viernes, 25 de abril de 2014

LLANES: COSAS DEL INOLVIDABLE PEDRO "EL SORDU"

Pedro Pérez Villa (1876-1948)



"¡... PA DON PACO SARO!"


La sordera del popular personaje llanisco Pedro Pérez Villa (1876-1948) nunca afectó a su natural simpatía, si bien, de vez en cuando, en el diálogo con sus vecinos daba lugar a esperpénticos equívocos, a malentendidos y frases de involuntario doble sentido. Albañil y pescador de roca, vivía en una pequeña casa del Barrio Bustillo (que aún se conserva en perfecto estado), construida con sus propias manos, y junto a su esposa, Aurora Bernot García, con la que se había casado en 1906, sacó adelante a diez hijos, trabajando honradamente y sin meterse nunca en política, a pesar de las convulsiones del tiempo que le tocó vivir. Murió en un día triste de la triste postguerra, azotado por una ola mientras cogía percebes entre Pendueles y Buelna.
Recién estrenada la II República, el semanario “El Pueblo”, defensor de las conquistas democráticas, cargaba las tintas contra los iconos monárquicos. Uno de los objetivos favoritos del periódico progresista a la hora de atizar candela era Francisco Saro y Bernaldo de Quirós, “don Paco Saro” (alcalde en cuatro ocasiones, entre 1909 y 1931 y miembro de una familia muy relevante en la historia de Llanes desde finales del siglo XIX), para el que Pedro hacía ocasionales chapuzas de albañilería.
Con la victoria de Franco, los rabadanes del antiguo régimen recuperaron las riendas de la vida local, y Pedro “el Sordu” siguió desatascando, igual que había hecho siempre, las chimeneas de aquella “gente gorda”, como se decía antaño.
Una mañana en que estaba trabajando cerca de la histórica plaza de toros, en “El Rinconín” (inaugurada por Luis Mazzantini durante las fiestas de La Magdalena de 1894), se le acercó un paseante mañanero:
- “Buenos días, Pedro”, le saludó.
El albañil, que se encontraba agachado, notó por el rabillo del ojo la presencia del  recién llegado, y desde el suelo respondió a lo que suponía que era una pregunta de rutina:
- “Aquí, picando un pocu piedra...”.
- “¡Que buenos días, hombre!”, insistió el otro, gritando más que hablando.
- “... Pa hacer un cubilín”, contesta Pedro Pérez Villa, dando el parte sobre la faena que tenía entre manos, y sin enterarse del mensaje de salutación del otro.
Aquella mala comunicación los enmarañó sin remedio y acabó con la escasa paciencia del interlocutor, que soltó un estentóreo “¡Mierda, coño!”, mientras encaminó sus pasos hacia Toró con las manos en los bolsillos.
Y fue entonces cuando el buen Pedro, tan perenne en su limbo de silencios inalterables, sin desatender la faena, irguió la testa y lanzó la última apostilla, digna de los editorialistas de los buenos tiempos de “El Pueblo”:
- “¡... Pa don Paco Saro!”

Higinio del Río Pérez
LA NUEVA ESPAÑA
(8 mayo 2002)

viernes, 18 de abril de 2014

LLANES: EL ATLÉTICO DE MADRID SE SIENTE Y ESTÁ PRESENTE

Fundación de la Peña Atlético de Madrid en Llanes,
en abril de 2003.
Gaita y tambor en El Bodegón.
(Fotografía de Nel Acebal para EL COMERCIO).




De izquierda a derecha, Joaquín Batalla Uría,
Antonio Fuentecilla García y
Juan Tomás Robredo Fernández,
en el acto de presentación de la
peña atlética, en el salón de actos de la Casa Municipal de
Cultura de Llanes, abril 2003.
(Fotografía de José Pandal
publicada en el diario LA NUEVA ESPAÑA).


En la sidrería EL BODEGÓN, punto de encuentro de los seguidores llaniscos del Atlético de Madrid, se vive un ambiente de alegría y esperanza. Soñar no cuesta nada, y el equipo rojiblanco de la capital de España puede conseguir este año algo muy grande. 
A todos esos aficionados atléticos de Llanes -sufridores de lunes a domingo, ilusionados e irreductibles siempre- va dedicado el siguiente artículo:


PUPAS EN LLANES


 (... /...) Hace unos años, cuando los “colchoneros” se chamuscaban la culera en el infierno de la segunda división, encargaron al cineasta Manuel Lorenzo (Premio Nacional de Cortometrajes en 1999 y atlético convencido) un anuncio para la tele que fue todo un golazo por la escuadra: un automóvil con un padre y su hijo a bordo se detiene en un semáforo; cruzan ante ellos numerosos hinchas del Real Madrid celebrando una pica en Flandes. Los del coche contemplan sin gorgutir el alegre tumulto de banderas blancas. Al cabo de unos segundos el crío mira a su padre a los ojos y suelta una pregunta tremenda: “¿Nosotros por qué somos del Atlético de Madrid... ?” La secuencia termina con un fundido en negro y en silencio, que es la mejor forma de explicar lo inexplicable.

El que tal interrogante carezca de una respuesta lógica no impide, sin embargo, que la afición del castizo club crezca de día en día. Sin ir más lejos, hace poco se constituyó en Llanes la cuarta peña atlética que surge en Asturias (.../...). Cuenta con más de cuarenta socios y su pedigrí se resume en tres nombres ilustres: Antonio Montalbán Peña (Llanes, 1907-Madrid, 1993), extremo goleador del Atleti en la época del charlestón; Fernando Bouso, llanisco consorte, que fue también jugador rojiblanco, pero en los años sesenta; y, sobre todo, una mujer llamada Socorro Neira. Hija de Luis Neira (un popular carpintero que hacía cajas de muerto y que tocaba en la Banda de Música a principios del siglo XX, según nos recuerdan María Luisa Castellanos, Vicente Pedregal y Ángel Pola en libros básicos de la pequeña historia local), Socorro era hermana de Pomposa, la taquillera del Cine Benavente, y de joven había trabajado en la capital de España. “¡¡Goool del Atlético!! ¡No hay quien pueda con nosotros... !”, pregonaba la simpática Socorro, con la radio pegada al oído, desde una ventana de su casa de la calle Mayor.
Fue en aquellas lejanas tardes de domingo, rasgadas por la voz de la singular dama, cuando algunos mocosos de entonces empezamos a sospechar que el Atleti tenía que ser la caraba. Luego, de mayores, hemos podido confirmar la sospecha: que ser atlético presupone una elección perturbadora, contra corriente, difícil de entender. Es una forma de ver la vida. Es no apostar a caballo ganador. Es saber ganar y saber perder. (.../...) Es la memoria del inocuo forofismo de Socorro Neira. Es el prodigio que hace que gentes que nunca han visto fluir la precariedad del Manzanares se identifiquen con el equipo de los no favoritos en vez de arrimarse al sol que más calienta. Es la tochura de unos fajadores que saben que la primera condición para disfrutar del fútbol es no tomárselo demasiado en serio (.../...).
  

Higinio del Río Pérez
LA NUEVA ESPAÑA
Jueves, 8 de mayo de 2003


Equipo de veteranos del Atlético de Madrid que jugó contra
los veteranos del CD Llanes en el campo de La Encarnación
de la villa llanisca el 1 de mayo de 2006. En la imagen aparecen,
entre otras viejas glorias del equipo colchonero,
Collar, Bouso y Ovejero, fotografiados en el Paseo de San Antón.

El llanisco Antonio Montalbán Peña, jugador del
Atlético de Aviación (Atlético de Madrid)
a principios de los años 30.



martes, 15 de abril de 2014

ASTURIAS SIN JAPONESES. ¿POR QUÉ?

Llibro "Los 100 pueblos 
más bellos de España",
de Osamu Takeda.

ASTURIAS SIN JAPONESES


Cada año visitan España 400.000 turistas japoneses. Madrid, Toledo, Andalucía y Barcelona son sus destinos de preferencia. El 30 por ciento de ese civilizado y risueño contingente se desplaza en viajes organizados por los tour-operadores “Japan Travel Bureau”, “Kintetsu International Express” y “Nippon Travel Agency”. Desde mediados de los años noventa, se ha incorporado al circuito Galicia, donde se viene notando un cierto flujo al hilo de las propuestas jacobeas; pero los hijos del Imperio del Sol Naciente siguen sin descubrir los atractivos de nuestro Paraíso Natural... Algo falla.
La captación de turistas japoneses en Asturias no pasa de ser una anécdota, sin huella en los registros estadísticos. En el siglo XXI no hay más remedio que seguir atribuyéndola a la casualidad, igual que cuando aterrizó en Llanes un pintor de Tokio llamado Tetsuo Hirata, hace más de treinta años. Para los chavales que jugábamos al fútbol en el Sablín, aquel personaje de Kurosawa, hospedado en casa de Tonina “la Pita”, representaba la nota más exótica que nos podíamos echar a la cara después de ver “El puente sobre el río Kwai”. (Hirata, que pintaba magistralmente rincones del puerto con lanchas en reposo, ponía a secar chicharros en el tendal, para comérselos según las costumbres ancestrales de su honorable país, pero terminaría aficionándose a los huevos “a la ranchera” del bar de Elvirina y a la rúbrica del café, copa y faria. La fascinación que despertaba entre la rapacería llegó a cotas insospechadas cuando nos enteramos de que en 1945 había hecho el juramento de los kamikazes y de que se había librado por poco de entrar en combate contra la flota de Truman. Su pasajera presencia y las excelentes exposiciones de óleos que presentó en la Casa Consistorial y en el Hotel “Don Paco” ya forman parte de la memoria colectiva llanisca).
La casualidad congenia mal con el marketing. Ésa es la cosa. Por eso, atraer a los súbditos del industrializado país asiático podría ser una de las prioridades turísticas del Principado, en un momento en que parecen concurrir circunstancias favorables para un cambio de tendencia. Muchos de ellos franquean hoy las puertas del Museo del Prado con una guía de viajes bajo el brazo titulada “Los cien pueblos más bellos de España” (editada por la Cámara de Comercio Hispano-Japonesa. Madrid, 1999), en la que figuran Cangas de Onís, Cudillero, Llanes y Luarca. Su autor, Osamu Takeda, es miembro del Pen Club e hispanista de larga trayectoria, y está preparando una monografía sobre la “Ruta de la Plata”. Autor de libros como “Españoles y japoneses” (premiado por la Asociación Literaria de Japón) y “Desde el país de don Quijote”, lleva más de tres décadas viviendo en Madrid. Es corresponsal de varios periódicos y revistas y transmite a sus compatriotas el conocimiento de la patria de Cervantes. Pero, por encima de todo, Takeda es director de la delegación española de Kintetsu, un “holding” con sede en Osaka, que controla en la zona central de Japón líneas de ferrocarril, grandes almacenes y cadenas de hoteles, y que es propietario del parque temático “Parque España” en la ciudad de Shima. Sobra decir que en la agenda de quien corresponda debería tenerse bien anotado el teléfono de este hombre.

Higinio del Río Pérez 
Viernes, 5 de julio de 2002


Osamu Takeda.


Las dos páginas
que dedica el libro
a Llanes.
Tetsuo Hirata, entre sus colegas
Alfonso Iglesias,
a la izquierda,
Jesús Palacios de la Vega.






sábado, 12 de abril de 2014

LLANES, LA GUERRA CIVIL Y EL CAMPO DE AVIACIÓN




He aquí el extracto de un reportaje publicado en el semanario "El Oriente de Asturias" el 5 de septiembre de 1997.



AQUELLOS ALEMANES DE PASO




Higinio del Río Pérez

En 1937 no iba a haber fiestas de la Guía. El 5 de septiembre, juntamente con las Brigadas de Navarra y los moros, entraba en Llanes un centenar de soldados de la Luftwaffe de Goering, entre pilotos, mecánicos y encargados del parque de material. Estos alemanes representaban una pequeña parte de la “Legión Cóndor” que había venido en ayuda de Franco, y se quedaron en la villa durante casi dos meses. (... / ...)

Nada más llegar, los de la esvástica se alojaron en algunas de las mejores mansiones de la villa. (... / ...)

En “Villa Vicenta” vivió temporalmente el teniente primero Adolf Galland (1912-1996), jefe de la 3ª Escuadrilla de He-51, que luego sería el piloto más famoso de la Segunda Guerra Mundial y alcanzaría el grado de general a los 30 años de edad. (... / ...)

Galland no apeaba un puro de la boca, y en el fuselaje de su aparato llevaba dibujado a “Mickey Mouse”. Al llegar a España, poco después del bombardeo de Guernica, según cuenta su biógrafo, David Baker, notó que la moral de los miembros de la L.C. estaba algo “tocada” y que entre ellos evitaban comentar la inhumana acción sobre la localidad vasca. En Asturias, Galland puso en práctica por primera vez el sistema de ataque llamado de “alfombra”.

Una de las misiones de los aviadores alemanes en Llanes fue, con su sistemático hostigamiento a las líneas de resistencia gubernamentales, apoyar al general Solchaga e intentar abrir el paso a las fuerzas de Aranda por los valles situados entre Oviedo y el Puerto de Pajares. Salían al atardecer, volaban a poca altura sobre la mar, doblaban luego hacia la costa, elevándose a 900 metros, para atacar columnas, nudos de carreteras, vías del ferrocarril y transportes de tropa e intendencia, 65 ó 90 kilómetros dentro del territorio enemigo. (... / ...) 

Enviaban a Berlín detallados informes sobre sus experiencias. “A una señal dada –cuenta Galland en su libro de memorias “Los primeros y los últimos”- lanzábamos las bombas a un mismo tiempo, y aquellos regueros producían efectos concentrados. Denominábamos a aquello ‘bombardeo en alfombra’ (...). También inventaron mis mecánicos una especie de bomba Napalm rudimentaria”. En los momentos de descanso, se dejaban ver por las calles de la villa. Los mejor atendidos domésticamente puede que fueran los que estaban en la casa de Felipe Ruenes, donde trabajaba de sirvienta Luz Ardines, una cocinera de primera, limpia como el jaspe, que quiso seguir allí, para cuidar la casa, hasta que regresaran a la villa sus señores. En la tienda de comestibles “La Guía”, de Emilio Gracia Cotera, que estaba justamente en la planta baja que hoy ocupan la redacción y talleres de “El Oriente de Asturias”, los de la Luftwaffe paraban a picar algo (por lo general, pedían que se les abriese una lata de bonito en aceite, que comían con pan allí mismo, acompañándolo con vino tinto de barrica); y también en el bar de “Debaju los arcos”. Les quedaba tiempo para tontear con las señoritas llaniscas, y de vez en cuando se veía alguna pareja en el reservado de la confitería de Filomena Peláez, viuda de Parás (donde está la tienda de ropas “May”), junto a la Perfumería “Gamú”, de “palique-tía-Juana” y tomando unas copas de moscatel con media docena de pasteles.


Galland, en la época en la que 
estuvo en Llanes.
Villa Vicenta 
(palacio del "Coju la Guía").


jueves, 3 de abril de 2014

LLANES Y LA GUERRA CIVIL: "EL CORITU"

Manuel Sánchez Noriega, el Coritu.
(Fotografía cedida por Manuel Sánchez Sotres).


75 AÑOS DESPUÉS DE AQUELLO


(… / …) De crío, Manuel Sánchez Noriega (1892-1938), hijo de Joaquín y de Rosa, había tenido de maestro a Marcelino Álvarez Díaz, un polemista temible, fundador y director del periódico anticlerical “El Porvenir de Llanes” (martillo pilón de la burguesía y de la beatería), cofundador de la Sociedad “El Porvenir” y promotor de una rondalla en el Cotiellu de la villa llanisca, del que el escritor Demetrio Pola ha contado que tenía una buena voz de barítono. Con poco más de veinte años de edad, y siguiendo la estela de su hermano mayor, Federico (1888-1928), embarcaría para México en el puerto de Santander. En el país de los antiguos aztecas Manuel tuvo varios empleos (uno de ellos, en una tienda de abarrotes, como dependiente, que era el trabajo que desempeñaban los jóvenes inmigrantes llaniscos al llegar) y luego se reuniría con Federico y con él el hermano pequeño, Ricardo (“Rico”).

Cuando estalló en toda su virulencia la revolución mexicana, Federico y Manuel eran capataces de un rancho. Una tarde de calor plomizo, vieron acercarse una nube de polvo, como en una escena de una película de Sam Peckinpah. Eran unas docenas de centauros zapatistas, al mando de Pancho Villa, que llegaban para saciar la sed y llenar las cantimploras. El par de “gachupines” llaniscos facilitaron el agua que necesitaban jinetes y cabalgaduras, y a raíz de aquel encuentro, Manuel, que desde la niñez siempre había mostrado un idealismo temperamental, proclive a la llamada de la justicia social, se sumó a la causa revolucionaria (el escritor e historiador asturiano Juan Antonio de Blas, indica que llegó a servir como oficial en las unidades irregulares de caballería del general Villa). (… / …)
Acompañado de “Rico” y de un fiel servidor mexicano (un indígena apodado “El Chingao”, que era su chofer y su guardaespaldas), Manuel Sánchez regresó a Llanes sobre el año 1927, y no tardaría en echar novia (Ángeles Hano Díaz, una muchacha de la localidad de Pancar), con la que se casó. Tendrían nueve hijos, cinco de ellos varones.
Su oficio era el de tratante de ganado. Recorría muchos kilómetros para hacerse con reses de calidad, acudía a ferias y mercados y tenía buenos clientes. En cuanto pudo, cogió en traspaso una carnicería en la plaza de Parres Sobrino. (… / …)
En marzo de 1932, cuando se crea la agrupación local del PSOE, empieza a militar en el partido fundado por Pablo Iglesias y en la UGT. Las dos Españas estaban ya dispuestas a embestirse a muerte. (… / …) En 1934, en la revolución de octubre, sufrió reclusión en la cárcel por su activismo en las zonas central y oriental de Asturias. En medio de aquellos sucesos destacó por su ardor y entabló amistad con Ramón González Peña y con Belarmino Tomás, los dos líderes socialistas.
Tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, Manuel Sánchez Noriega se pone inmediatamente en movimiento e irá a dar la cara en la primera línea de fuego, secundado por “El Chingao” y por cientos de jóvenes llaniscos, tanto voluntarios como movilizados. El batallón “Asturias” número 238, que era la unidad que mandaba primeramente, se convirtió en cuatro batallones (los otros tres serían los números 267, 266 y 252). (… / …)
En México, “El Coritu” había cogido la costumbre de pronunciar una frase muy característica en él: “¡Hijos de la chingada!” La gritaba a menudo, para referirse a los facciosos. (… / …)
Militares de la talla del coronel Muñoz Grandes encontraron serias dificultades para apartarle de sus posiciones, y sólo lo consiguieron gracias a la poderosa ayuda aérea de la Legión Cóndor. En pleno cerco de Oviedo, los voluntarios del batallón de “El Coritu” embarcaban en el tren hacia la capital del Principado con una alegría contagiosa:

“Artilleros, al cañón,
afinar la puntería,
que el hijo puta de Aranda
no se rinde entovía”.

Puede que algunos no tuvieran aún la edad para ser movilizados, pero se habían apresurado a apuntarse como reclutas en una oficina abierta en la primera planta del Casino llanisco y querían entrar en acción cuanto antes. Tres de los que lo hicieron pertenecían al equipo de fútbol de Cue. La paga era pistonuda -diez pesetas al día- y aquellos jóvenes barbilampiños -muchos de ellos pescadores, miembros del histórico gremio de mareantes de San Nicolás- subían a los vagones como si marcharan a una romería:

“¿Qué es aquello que reluce en el Monte Naranco?
¡Los fusiles del ‘Coritu’,
que los están engrasando!”.

Se encaminaban al matadero en alpargatas, sin hacer apenas instrucción, y con una simple escopeta al hombro. En la estación, cuando la locomotora lanzaba el pitido de salida, cantaban a coro:

“Si quiés saber quién soy
y saber de dónde vengo,
bájame los calzones
y verás qué huevos tengo”.

En la derrota de octubre de 1937, se hizo a la mar en el vapor “Gaviota” desde el puerto del Musel, rumbo a Francia. (… / …) Los capturó el crucero “Cervera” en la noche del 20 de octubre (al “Gaviota” y a otros once barcos). Escoltados por tres buques de la Armada de Franco (“Ciudad de Valencia”, “Alcázar de Toledo” y “Fantástico”), fueron agrupados al norte del Cabo Peñas. Después, los presos fueron conducidos a Ribadeo y al campo de concentración de Camposancos (Pontevedra). (… / …)
Desde Pontevedra, “El Coritu” fue llevado a la cárcel del Coto de Gijón. (… / …)
El 6 de noviembre de 1937 comenzarían en el salón de actos del Instituto Jovellanos los juicios sumarísimos, con una gran asistencia de público. En diciembre, el Consejo de Guerra Permanente de Asturias número 1 le condenó a la última pena. (… / …)

Higinio del Río Pérez

(Resumen de un amplio trabajo titulado “El Coritu, un corazón de leyenda” y publicado en el número 3 de la revista ATLÁNTICA XXII que dirige Xuan Cándano).