sábado, 7 de septiembre de 2013

MIGUEL ÁNGEL REVILLA, DE PREGÓN EN PREGÓN


Fotografía sacada del facebook de M. A. Revilla.





Ha nacido una estrella


Higinio del Río 

Revilla es un icono genuino de la política a pie de obra y del discurso de caleya. Aunque sus enemigos (en la política española actual no cabe hablar de adversarios, sino de enemigos) le tachen de demagogo y de aldeano, resulta ser la antítesis del estirado Giscard d’Estaing y, con una buena promoción internacional, podría llegar incluso a encarnar en Bruselas la esperanza de redención de los millones de agricultores y ganaderos de la Europa de los Veinticinco, porque es un paisano con mucho tirón.
En su contra juega su condición de político “bisagra”, que siempre trae cola. Los partidos denominados “bisagra” no gozan de buena fama: se desconfía de su brújula oscilante y de su poco peso (determinante, algunas veces, en el juego de las coaliciones improvisadas para esguilar al poder). Se recela de las tácticas de supervivencia que emplean y de cierta tendencia que muestran a arrimarse al sol que más calienta.
La “bisagra” de más glamour en el mapa político europeo de las últimas décadas fue el Partido Liberal Alemán (FDP), liderado por Walter Scheel, que supo mantenerse en el machito con la soltura de un bailarín de vals.
El caso de Miguel Ángel Revilla, jefe del Partido Regionalista de Cantabria, es un pelín más rústico, si bien comparte el instinto de que hicieron gala los liberales germanos para colarse en los gobiernos, independientemente del color de éstos.
De todas formas, si su carrera política se fuese al garete, este hombre parece estar preparado de sobra para mostrar sus habilidades y ganarse el pan en otros ámbitos de la vida social y profesional. El otro día, sin ir más lejos, en un programa deportivo de un canal privado de TV en Cantabria (“Canal 8”), exhibió un desparpajo propio de los acreditados reporteros del género rosa cuando se le pidió que contase cómo le había ido en la boda de don Felipe y doña Letizia. Revilla, todo discreción, buenas maneras y exquisito gusto en la descripción de la ceremonia nupcial, aportó un relato preciso y mesurado: habló de la larga espera a la que se sometió a los invitados en la catedral de La Almudena y en la carpa del Palacio Real hasta que llegaron los contrayentes; de las ganas de mear que tuvieron que aguantar; del masivo sprint desencadenado al desembarcar de los autocares, para llegar a tiempo a los escasos retretes habilitados para tanto personal como allí había; de la pachorra del rey Harald de Noruega al evacuar, mientras hacían cola Aznar, Felipe González y otros caballeros de alto copete; de las carencias del menú, fino pero poco contundente, y del bocata reparador que tuvo que comprarse después el presidente cántabro en una tasca del viejo Madrid...
A poco que anden listos los cazatalentos de “Crónicas marcianas”, una nueva estrella mediática podría brillar pronto en el firmamento de la España panderetera y almodovariana.  

(Resumen de un artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA, el 29 de junio de 2004)


Miguel Ángel Revilla, revelando inauditos detalles de la boda de Felipe de Borbón. 
(Cadena privada de televisión cántabra C8 DM).


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